El castillo de Jadraque se alza sobre el que ha llegado a denominarse cerro más perfecto del mundo, a orillas del río Henares y a escasos metros de la localidad con el mismo nombre (Castilla-La Mancha).
Al castillo de Jadraque se le conoce también como el castillo del Cid ya que muchos expertos aseguran que el Castejón que se cita en el poema épico del siglo XII Cantar del Mío Cid y que, según el mismo, fue tomado por el héroe burgalés, puede corresponderse con esta fortaleza de Jadraque. Además, los propietarios del castillo eran denominados los duques del Cid, en relación también a la obra del medioevo.
Apartado de la tradicional estructura medieval, el castillo de Jadraque se aproxima más al estilo palaciego propio de las mansiones renacentistas debido a su refinamiento. Tras la adquisición del castillo por parte de Pedro González de Mendoza, obispo de Sigüenza y canciller de los Reyes Católicos, y principalmente después de pasar a manos de su primogénito Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, y a la hija de éste, Mencía de Mendoza, ya en el siglo XVI, es cuando se le proporciona esplendor a este conjunto con la composición, en el lugar, de una pequeña corte culta y refinada.
El castillo de Jadraque se encuentra delimitado por un sinuoso perímetro de altos y gruesos muros reforzados por seis torres de planta circular y dos de planta cuadrada. No existe en este caso una torre principal o torre del homenaje que destaque sobre las demás.
Las murallas de cierre tienen el adarve almenado así como las torres esquineras, pertenecientes a una restauración moderna. El interior se encuentra dividido en dos zonas por una pared transversal, distinguiéndose los distintos usos que se hicieron del conjunto y que combinaban una férrea defensa y un uso residencial.
Apenas se ve en este castillo delante alguno de singular interés arquitectónico o que dé a entender que es tan reciente como indican los datos históricos. El castillo de Jadraque construido de excelente cantería con alguna que otra tronera de ojo de cerradura alargado, casi del tamaño de las saeteras. El único lugar en que las troneras son de un tipo más propio del datado a finales del siglo XV está en los restos de la torre que se levanta delante de la antepuerta.
El castillo de Jadraque fue abandonado por sus dueños a finales del siglo XIX, puesto a la venta y adquirido por el propio pueblo en la simbólica cantidad de 300 pesetas corriendo el año 1889.
En la actualidad sus muros de sillarejo y sillares en hiladas permiten claramente distinguir la zona original de la reconstruida posteriormente.